Es el nombre que se da a las dobles parejas de ases y ochos en el póquer y proviene de la Historia del salvaje Oeste.
Wild Bill Hickok (1837-1876) fue prácticamente todo lo que se podía ser en el Far West: conductor de caravanas, explorador, soldado, espía, agente de la ley, artista de variedades... Pero su fama se debe a sus dos más renombradas facetas: la de pistolero de inigualable puntería y la de jugador profesional de póquer. Y ambas se entremezclan en la escena de su muerte, tal y como ha pasado a la Historia gracias al mencionado libro. Lo cierto es que, el 2 de agosto de 1876, Hickok se encontraba en el Nuttal & Mann's Saloon de la población de Deadwood (Dakota) disputando una partida de cartas cuando recibió un tiro en la nuca y cayó muerto en el acto.
Era norma no escrita entre los jugadores profesionales de póquer de esa época procurar sentarse dando la espalda a la pared del local, con un doble objetivo: salvaguardarse de posibles ataques a traición y evitar que un compinche de otro jugador les espiara la mano que llevaban. Al parecer, a Wild Bill no le fue posible en esta ocasión observar dicha regla y hubo de sentarse de espaldas a una puerta trasera. Por ella se coló su asesino, un tal Jack McCall, que dijo luego vengar así la muerte de su hermano, y le descerrajó el mortal disparo. Y, según la leyenda, Hickok murió sin soltar las cartas: dobles parejas de ases y ochos, la mano fatídica.
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